UEFA Champions League
La tormenta mediática alrededor de Pep Guardiola se ha intensificado tras el sonoro tropiezo del Manchester City ante el Bayer Leverkusen (0-2). En su partido número 100 en la Champions con los citizens, el técnico catalán apostó por una alineación llena de suplentes que desató una oleada de críticas. Ni los títulos logrados ni la impronta que ha dejado en el Etihad han servido esta vez como escudo: el presente manda, y el presente no le favorece. La prensa inglesa habla ya de desgaste, de decisiones impropias de un entrenador de su talla y de un entorno que empieza a preguntarse si su etapa se acerca a su final.
La apuesta arriesgada que desató la tormenta
La rotación casi completa del once sorprendió incluso a los seguidores más fieles. Guardiola dejó en el banquillo a sus principales figuras en una noche europea que exigía más jerarquía. Su idea de dosificar esfuerzos en medio de un calendario exigente en la Premier League parecía razonable sobre el papel, pero el desarrollo del encuentro mostró otra realidad. El City se vio superado desde el inicio, sin ritmo, sin profundidad y sin la chispa que suele caracterizarlo. El Leverkusen golpeó pronto y, ante un equipo desdibujado, terminó cerrando una victoria cómoda que dejó un eco preocupante en Manchester.
El propio técnico reconoció que el plan no funcionó. La admisión de errores no calmó los ánimos: para muchos analistas, el problema no es solo el resultado, sino la percepción de que el City cayó víctima de su soberbia táctica. Esa lectura fue unánime en los titulares más duros, donde se subrayó que el giro de timón había sido un gesto innecesario y contraproducente.
La prensa británica dispara sin matices
Los principales medios británicos no tardaron en apuntar directamente a Pep Guardiola. Se utilizaron términos que pocas veces se habían asociado a su figura durante su estancia en el Manchester City. Desde acusaciones de subestimar al rival hasta cuestionamientos sobre su capacidad para mantener encendida la ambición del vestuario, el discurso fue contundente. Algunos tabloides incluso afirmaron que el técnico catalán había cruzado una línea peligrosa entre la decepción táctica y la humillación deportiva.
Más allá de los titulares, existe una sensación creciente de que la relación entre el entrenador y la prensa se ha deteriorado. La luna de miel ha quedado atrás y ahora cada tropiezo pesa el doble. La exigencia es máxima y, en un entorno tan competitivo como la Premier League, el margen de error se reduce.

¿Un adiós cada vez menos impensable?
La derrota no es solo un capítulo negativo dentro de una larga temporada. Para muchos, representa el síntoma de un desgaste que empieza a ser estructural. En el club preocupa que la pérdida de autoridad del entrenador pueda contagiarse al plantel. En paralelo, varios sectores del entorno del City comienzan a plantear un posible final de ciclo.
La caída del rendimiento colectivo, el ambiente enrarecido y la presión externa dibujan un escenario inédito para el catalán. El equipo necesita una reacción inmediata para evitar que la crisis se extienda. Si no llega pronto, la opción de un adiós al terminar la temporada —o incluso antes— ya no suena descabellada.
El futuro del City está ahora ligado a la capacidad de su técnico para revertir el rumbo. Y, por primera vez desde que aterrizó en Inglaterra, Pep Guardiola aparece en el centro de todas las dudas.
