La Liga
El Villarreal tomó una de esas decisiones que a la larga pueden pasarle factura: dejar salir a Etta Eyong. El joven delantero camerunés, que apenas tiene 21 años, había demostrado sobradamente que merecía un sitio en el primer equipo.
Sus números en el filial eran incontestables, con 19 goles en 30 encuentros en Primera Federación, además de un arranque ilusionante con el primer equipo bajo la dirección de Marcelino García Toral. Su sociedad con Nicolas Pépé parecía augurar un futuro prometedor, pero la dirección deportiva optó por otro camino.
Etta Eyong: el gran error del Villarreal
El resultado: el Levante UD pescó en río revuelto y, por apenas tres millones de euros, se aseguró los servicios del ariete hasta 2029. La operación dejó atónitos a muchos, ya que su cláusula ascendía a 10 millones y clubes como el Barcelona llegaron a tantear seriamente pagar esa cifra. Sin embargo, la lotería cayó en el Ciutat de València, donde Etta Eyong ya se ha ganado el cariño de la afición. Incluso cuenta con un cántico propio inspirado en la cultura popular, que se ha vuelto viral entre los granotas.
Su estreno con el Levante no pudo ser mejor: apenas necesitó diez minutos para firmar el 2-0 en el triunfo frente al Real Betis. Una definición impecable dentro del área que evidenció lo que el Villarreal ha perdido. No era su primer tanto en la categoría, ya que había marcado en la primera jornada defendiendo la camiseta del Submarino Amarillo contra el Real Oviedo. En total, suma ya dos goles que confirman su olfato y su capacidad de adaptación.
El propio jugador fue claro en su presentación: “Necesitaba minutos y en el Villarreal me dejaron claro que no los iba a tener. El proyecto del Levante me convenció, quiero crecer aquí y ayudar a mantener al equipo en Primera División”. Declaraciones que, lejos de sonar a reproche, evidencian una gestión errática del club castellonense. Con Gerard Moreno entre algodones, Ayoze Pérez irregular y Georges Mikautadze aún en fase de adaptación, cuesta entender por qué se prescindió de un atacante en plena explosión.

Aunque encendió las alarmas al ser atendido en los minutos finales de su debut, finalmente solo se trató de calambres. Julián Calero lo confirmó tras el choque, y el propio jugador transmitió tranquilidad a través de sus redes sociales. Todo indica que está listo para seguir siendo una pieza fundamental en el esquema levantinista.
La conclusión es evidente: el Villarreal cometió un grave error estratégico. Dejar escapar a un delantero con proyección internacional, hambre de triunfos y capacidad para marcar diferencias en el área es una decisión difícil de justificar. Mientras tanto, el Levante UD sonríe: ha encontrado a su nuevo ídolo, un futbolista que ya levanta pasiones y que puede convertirse en la referencia ofensiva que tanto necesitaban.
