El fútbol lo mueven intereses. Intereses que, en la plenitud de los casos, son económicos. Y es que cada club de cualquier rincón del mundo mira por sus propios intereses. Les da igual el resultado que pueda acarrear y, por lo tanto, que otros clubes se puedan ver afectados en mayor o menor medida. Es la triste situación que está viviendo el balompié español en estos últimos días con multitud de protagonistas: el Fuenlabrada, el Deportivo de la Coruña, el Numancia, el Elche, la RFEF, el CSD, LaLiga.
Todo comenzó con la negligencia permitida por LaLiga. El Fuenlabrada viajó con varios casos de coronavirus diagnosticados en la plantilla, lo que, posteriormente, derivó en aún más contagiados. No se tomó la solución más sensata, que era suspender toda la jornada, y se optó por aplazar tan solo el partido que se iba a disputar en La Coruña. Al final, tanto el Depor como el Numancia descenderían, dando pie a que protestaran.
Las protestas, totalmente lícitas, se han ido totalmente de las manos, declarándose máximos afectados, cuando realmente el peor parado ha sido el Elche. Los reproches de ambos clubes – sobre todo del Deportivo – no han cesado, dando pie a la propuesta de hacer una competición de 24 equipos en LaLiga SmartBank.
Un despropósito total que acabaría generando un auténtico caos en todos los sentidos. Más equipos, más partidos, menos reparto de los derechos televisivos… y todo ello, ¡en plena crisis por el coronavirus! Lo mire por donde se mire, es inviable, y está quedando demostrado que las pataletas del Numancia y, sobre todo, del Depor podrían quedar en nada.
Esperemos que LaLiga no ceda, tal y como lo ha hecho la RFEF. Que se disputen los playoffs, se pongan las fechas para la próxima temporada y, como es de justicia, que el Deportivo de la Coruña y el Numancia jueguen la próxima temporada en 2ªB por méritos deportivos. La competición ha durado 42, no una jornada nada más.