Hasta hace unos meses, Cristiano Ronaldo era el líder indiscutible del Real Madrid en el terreno de juego. Su sobresaliente eficacia goleadora dejaba en un segundo plano las virtudes del resto de la plantilla.
Sin embargo, al margen de los premios que se otorguen en los próximos meses, siempre condicionados por los resultados colectivos y la popularidad, la realidad actual es diferente. Desde la última final de la Liga de Campeones hasta el partido más reciente de la Liga española, el rendimiento de Cristiano Ronaldo ha decrecido notablemente.
Gareth Bale, con una capacidad goleadora inferior a la del portugués por naturaleza, se ha erigido desde los últimos meses de la pasada temporada como el hombre más desequilibrante del Real Madrid. Por otra parte, el rendimiento ofrecido por Karim Benzema y Álvaro Morata cuestiona la idoneidad del francés como titular, más allá de ser un jugador predilecto para su entrenador y su presidente.
La jerarquía del Real Madrid también es inestable en la posición de mediapunta. La recuperación futbolística de James Rodríguez coincide con el notable rendimiento de Isco Alarcón en los dos últimos partidos y la enorme proyección de Marco Asensio. Mientras, en el centro de la defensa, Pepe y Raphael Varane mantienen una competición encubierta en ausencia del lesionado Sergio Ramos.
Los roles en la plantilla del Real Madrid viven tiempos de cambio que el club y Zidane deberán gestionar, alejándose de lo políticamente correcto por el bien del equipo. Una situación en la que resulta imposible satisfacer los deseos de todos los jugadores que sueñan con ser estrellas. El precio que resulta inevitable pagar por tener, posiblemente, la mejor plantilla del mundo.