El gran ridículo del que Bartomeu no se puede escapar de rositas

OPINIÓN - Analizamos cómo afecta el terremoto en el banquillo a la estabilidad blaugrana

César Ponce Becerril | 12 Jan 2020 | 19.04
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Bartomeu queda tocado tras los últimos episodios.
Bartomeu queda tocado tras los últimos episodios.

El Barça ha comenzado 2020 convertido en un gran circo. Han bastado dos partidos para hacer saltar el proyecto por los aires, un proyecto que todavía no había despertado de las pesadillas de Roma y Anfield que siguen siendo un tormento.

Lo ocurrido tiene múltiples lecturas y ninguna de ellas deja en buen lugar al presidente ni a la plantilla. Curiosamente Valverde, el más criticado en los últimos meses, es el que ha mantenido un papel más digno en todo este esperpento catarí, como podríamos bautizarlo.

En primer lugar, el Barça asume su error de mantener a Valverde el pasado verano y aplazar una renovación profunda de la plantilla. El cambio no se produjo por una mezcla de miedo y falta de alternativas, o lo que es lo mismo; ausencia total de proyecto a largo plazo. Bartomeu apostó por el “vamos tirando a ver que pasa” y le ha acabado explotando en la cara. El equipo, que sigue un poco atrapado en la noche de Anfield, está falto de nuevos estímulos y la sensación en el entorno es que Valverde era un entrenador con fecha de caducidad que estaba jugando una prórroga que no merecía.

También merece crítica la forma de llevar el asunto por Bartomeu, convirtiendo la reunión con Xavi en un espectáculo mediático lleno de filtraciones interesadas, como ya ocurriera en verano en el caso Neymar. La jugada del presidente con Xavi es clara y ni mucho menos era una baza a la desesperada. Con él se aseguraba dejar señalado a Valverde como el culpable (pese a que fue él quien lo mantuvo), consiguiendo un perfil como Xavi, querido por la afición y con el que habría paciencia. Si la cosa funciona, Bartomeu se apunta el tanto y si falla, evita que Xavi se convierta en un arma electoralista que en el futuro se pueda utilizar en contra de la actual junta directiva.

Bartomeu y su círculo próximo no pueden salir de rositas. Alguien tiene que pagar el ridículo que está haciendo el Barça, capaz de despedir a su técnico después de uno de los mejores partidos de la temporada (pese a la derrota) y con una falta de talante abrumadora, sin mantenerle informado en ningún momento. En unas horas, el Barça se puede quedar sin entrenador, pero el club hace tiempo que se quedó sin brújula. La entidad va a la deriva y ni Messi puede sostener lo que ya es insostenible.