El campeón de invierno más triste que se recuerda

ANÁLISIS - El Barça mantiene su tono gris en 2020

César Ponce Becerril | 5 Jan 2020 | 08.09
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Este Barça no carbura.
Este Barça no carbura.

El Barça finalizó anoche la primera vuelta con un triste empate en campo del colista, que no obstante le permite proclamarse campeón de invierno por 24ª vez. De las anteriores 23 ocasiones en las que consiguió este título honorífico, acabó ganando la liga en 15 casos, por lo que la estadística está del lado blaugrana aunque las sensaciones no digan lo mismo.

Porque posiblemente el Barça sea uno de los peores campeones de invierno que se recuerda y en Cornellá se evidenciaron todas las carencias, comenzando por la planificación deportiva y el banquillo. Valverde se vio obligado a tirar de jugadores que apenas llevaban dos entrenamientos, como Luis Suárez o Arturo Vidal, que rescataron al equipo y compensaron la mala noche de Messi. Habla mal de una plantilla que sus estrellas no puedan dosificarse lo más mínimo.

En la portería, un invisible Neto recordó el por qué Ter Stegen es vital en este Barça (no tuvo responsabilidad en los goles, pero tampoco hizo nada por evitarlos). La defensa volvió a naufragar a balón parado, recibiendo un gol que obligó al equipo a ir a remolque en una primera parte para olvidar. La solución ante la falta de ideas fue Arturo Vidal, una opción que aun siendo antiestética suele ser efectiva, pero no deja en buen lugar a este Barça carente de intensidad sin el chileno sobre el césped.

El mal partido de Rakitic y la expulsión de De Jong hicieron que muchos culés se acordaran de Aleñá, empujado por Valverde a una cesión ante la falta de oportunidades. Cuando Suárez se sacó de la chistera otro truco de los que nos tiene acostumbrados y parecía que el Barça encarrilaba el partido, no sentenció y se dejó empatar como ya ocurriera en Pamplona y San Sebastián, volando hasta 6 puntos en estos tres partidos que tuvo opción de rematar.

Casi se me olvida citar a Griezmann, seguramente porque pasó tan inadvertido que pareció invisible, una vez más. Los brotes verdes en el caso del francés son un espejismo, incapaz de cuajar en un Barça que no es para él.

El campeón de invierno más resultadista de la historia afronta la segunda vuelta envuelto en un mar de dudas y con la impresión de que la muerte anunciada acabará llegando.